nada es mio, y todo es mio

lunes, 8 de septiembre de 2008

todos somos zombies (chop chop)

En 1937 la folclorista estadounidense Zora Neale Hurston conoció en Haití el caso de Felicia
Felix-Mentor
, fallecida y enterrada en 1907 y a quien, sin embargo, muchos lugareños
aseguraban haber visto viva treinta años después convertida en zombi. Hurston se interesó
por rumores que afirmaban que los zombis existían realmente aunque no eran muertos vivientes sino personas sometidas a drogas psicoactivas que les privaban de voluntad.

Varias décadas más tarde, en 1982, el etnobotánico canadiense Wade Davis viajó a Haití para
estudiar lo que pudiera haber de verdad en la leyenda de los zombis y llegó a la conclusión
—publicada en dos libros: The Serpent and the Rainbow (1985) y Passage of Darkness: The Ethnobiology of the Haitian Zombie (1988)— de que se podía convertir a alguien en zombi mediante el uso de dos sustancias en polvo. Con la primera, llamada coup de poudre (en
francés, literalmente, «golpe de polvo», un juego de palabras con coup de foudre, que
significa «golpe de rayo» y también «flechazo» amoroso), se induciría a la víctima a un
estado de muerte aparente. Sus parientes y amigos la darían por muerta y la enterrarían, y
poco después sería desenterrada y revivida por el hechicero. En ese momento entrarían en
acción la segunda sustancia, una sustancia psicoactiva capaz de anular la voluntad de la
víctima
.

El ingrediente principal de la primera sustancia, el coup de poudre, sería la tetrodotoxina
(TTX), una toxina que se encuentra en el pez globo, que habita las costas del Japón y el
Caribe. La TTX, administrada en una dosis semiletal (LD50 de 1 mg), es capaz de crear un
estado de muerte aparente durante varios días
, en los cuales el sujeto sigue consciente a
pesar de todo. Otras fuentes hablan del uso del estramonio o datura, que en Haití se llama
concombre zombi, esto es, «pepino zombi».

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